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Las palabras de Carlos Queiroz en sus primeros días como técnico de Colombia ilusionan.
Sus frases generan ambición, hambre de gloria, ganas de ganar algo. Caso distinto al de la administración anterior en la que nunca le apuntamos a la Copa América sino que siempre fue tomada como un entrenamiento o un ensayo para las Eliminatorias.
Claro que las Eliminatorias al Mundial de Catar 2022 son importantes, pero no se nos puede olvidar la Copa América de Brasil.
Debemos intentar ganarla, llegar con la ambición de que se puede. Que se gane o no, es otro tema, pero nos debe quedar la satisfacción de que luchamos, no podemos seguir mirando por encima del hombro la Copa América.
Por eso es tan importante escuchar ese discurso ganador de Queiroz. Otro aspecto clave es que Queiroz vivirá en Colombia.
El mismo estratega portugués anunció que ‘se untará de pueblo’ que visitará los estadios. Algo que el señor Pékerman jamás hizo.
Esperamos igualmente que Queiroz le imprima orden táctico a Colombia. Independientemente cual sea el estilo del portugués, Colombia necesita recuperar su identidad.
Y es que en los últimos ocho años nuestra Tricolor se acostumbró a jugar a lo que saliera, sin tener un libreto claro, sin un norte definido.
Ya es hora de tomar las riendas y darle orden a un grupo de grandes jugadores.
Alguien dirá que jugando sin identidad y en medio de un caos táctico, Colombia clasificó a dos mundiales y en uno de ellos llegó hasta los cuartos de final.
Eso es cierto, pero si se llegó tan lejos con piloto automático, ¿cómo será con un técnico aplicado que direccione a esta constelación de estrellas?
Queiroz, es un técnico de cartel, tiene una hoja de vida muy interesante y por eso ilusiona. El primer y único reto del año será la Copa América de Brasil a mediados de año.
El portugués tiene casi cuatro meses para trabajar y diseñar un equipo de respeto para luchar por esa Copa América.
Ya han pasado 18 largos años desde que la Tricolor levantó su única Copa de la mano de Francisco Maturana en el 2001.
Ya es hora de volver a saborear las mieles de la gloria.